Consciente Don Manuel Pardo (1872-1876) de la urgencia que tenía el Perú de un establecimiento para la formación de sus maestras, determinó su creación.
En sus viajes por Europa, el Presidente, había podido apreciar la labor educativa, tan fecunda, que realizaban las Religiosas del Sagrado Corazón y quiso que el Perú se beneficiara de ella. Con este objeto, dirigió una carta a la Superiora General del Instituto, Reverenda Madre Lehon, solicitando su venida a nuestra capital. Decía así en uno de sus párrafos…
“Admirador de los brillantes resultados obtenidos en la educación de la mujer, tanto en Francia como en otros países, por la acción inteligente y perseverante de vuestra institución a instancias de la sociedad de Lima, no he vacilado en dar todos los pasos posibles para la realización de un deseo unánime, dirigiéndome a vuestra reverencia, a fin de que esta asociación distinguida, extienda su acción bienhechora a esta capital que está dispuesta a confiar a su sabia dirección, a la niñez y a la juventud. Yo no conozco vuestra congregación, sino por el triunfo adquirido, por la reputación de que goza, habiendo sido numerosos los testimonios de su ciencia y de su virtud. Pero yo sé que su fin es universal como lo son esencialmente la caridad y la fe que le sirven de base; no desoirá la petición de un país católico que, al dirigirse a ella, le ofrece una mansión, confiándole lo que tiene de más sagrado; la educación de la juventud. Nuestro gobierno profundamente reconocido, prestará a las religiosas todo el apoyo y las facilidades necesarias para el éxito de su misión…”
La Superiora General, Reverenda Madre Lehon accedió gustosa a la petición del Presidente de la República, y el 13 de Mayo de 1876, hicieron su ingreso en la ciudad de Santa Rosa, las tres primeras Religiosas del Sagrado Corazón: Madre Enriqueta Purroy, Madre Henritte Fioretti, y la hermana Mercedes Tapia. Poco después 25 Religiosas más, venidas de diferentes centros de educación de Europa, completaron el personal docente.
El siguiente párrafo, tomado de la correspondencia de la Madre Lehon, a sus religiosas en el Perú, evidencia el espíritu de esta obra:
“Haceos tan peruanas como las peruanas; estudiad y hablad la lengua lo más perfectamente que podáis, de modo que os tomen como naturales del país. Que en todo lo que se vea de vosotras nada contraste con vuestras hermanas y no se note que sois extranjeras. Sed lentas en juzgar; más lentas en críticar y más aún en reprobar, de tal modo que nunca lleguéis a pronunciar ni una crítica, ni una censura. Aceptad las costumbres y los modos de obrar y no queráis hacerlo todo a la francesa”.
El Presidente Don Manuel Pardo, cuyo período presidencial tocaba a su fin ofreció a las Madres del Sagrado Corazón el convento de San Pedro, con el fin de establecer la Escuela Normal.
Este ofrecimiento fue confirmado posteriormente con el Decreto Supremo del 27-7-1876 que creaba oficialmente la Primera Escuela Normal de Mujeres.
Fueron 16 las Normalistas fundadoras:
Durante el gobierno del General Manuel A. Odría (1950-1956) se tomó la decisión de construir en Monterrico, un local propio para la Escuela Normal Central de Mujeres, que es inaugurado en 1958 por el Presidente Dr. Manuel Prado, y que constituye una de las más modernas y mejor logradas infraestructuras educativas en el Perú.
Por un corto periodo, (1952 a 1958) coincidente con la construcción del nuevo local, la Escuela Normal funcionó en el local del Colegio Sagrado Corazón-Chalet-Chorrillos.
Cientos de promociones “Sampedranas” han egresado ininterrumpidamente, desde los viejos claustros de San Pedro, del apacible Chalet y del moderno local actual, y sus miles de maestras, ahora también maestros, son portadores no sólo de un avanzado mensaje cultural y educativo, sino de los ideales más altos de un auténtico compromiso cristiano.
En abril de 1958 la EESPPM se trasladó a este edificio, construido durante el gobierno del general Manuel Odría, gracias a las gestiones de la M. María Josefa Ustara,rscj.
El Arquitecto de la obra, Sr. Alfredo Málaga Bresani con la creativa intervención de la M. Graciela Marrou, rscj, logró esta edificación que a pesar del tiempo, sigue siendo una de las instituciones educativas más funcionales del Perú. La idea del arquitecto y de la M. Marrou fue construir un ”sol”: en el centro el gran óvalo y los rayos, los distintos pabellones que permiten trabajar de manera independiente sin interferir en la tarea de los demás.
Este edificio, testigo de la vida estudiantil de muchas generaciones, brinda a los estudiantes un entorno agradable, espacios donde es posible aprender, crecer e interrelacionarse con respeto y amistad.
“Nuestra casa” es hermosa pero aún más hermoso es el ideal que la sustenta, su estilo propio enriquecido por una rica tradición humanística y pedagógica que busca la excelencia en la formación docente.
MONTERRICO quiere seguir contribuyendo a que los jóvenes logren autonomía personal y desarrollen un espíritu de solidaridad en el compromiso con Dios y con los demás, preferencialmente con los pobres y excluidos del país.
Herramientas de accesibilidad